Para asistir a la inauguración de una exposición de su obra organizada en el Centro Cultural Parque de España, America Sanchez visitó Rosario, saludó amigos, compartió su experiencia con generosidad y se dio un espacio para esta entrevista.
¿Cómo era el diseño en Argentina en los años '60?
Vamos para atrás... El diseño en Argentina era Franco Grignani, el maestro (Josef) Müller Brockmann, era el diseño italiano, el diseño racionalista que venía de la década pasada,prácticamente. En cierta manera el cultor más fanático de todos era (Guillermo) González Ruiz. Había venido de todo a través de (Juan Carlos) Distéfano, del que teníamos una referencia impresionante. Distéfano era el maestro de los maestros, el maestro de todos, y era el gurú gráfico de la época. Después dejó... Distéfano era una referencia, pero yo diría que el diseño de la época era racionalista, sobre todo en Agens (de otros sitios no me acuerdo muy bien) y Agens era un poco la referencia en esa época.
¿Qué te motivó a irte del país?
Me fuí porque agoté la época. Pino Migliazzo (el director de Agens) me echó de Agens. Hizo limpieza: me echó a mí y a unos cuantos más. Y me fuí. Después de ahí me fui a Casa Muñoz un mes o dos y me aburrí. Dije «aquí ya no tengo más espacio, voy a probar en otro sitio» pero era una excusa como para irme. Hacía mucho tiempo que quería irme. Me fui con Alberto Di Mauro.
...Mucha gente lo asocia con la situación generada por la Dictadura Militar después del golpe de 1976...
Ni por asomo. ¡Fue mucho antes! Y te digo una cosa: Paco Urondo, destacado miembro de Montoneros, trabajaba con nosotros en Agens. La política no tuvo nada que ver con mi decisión... Naturalmente yo estaba del lado que tenía que estar... mentalmente. Pero no me fuí por eso.
¿Cómo estaba la situación en España cuando llegaste? ¿Tenías alguna referencia antes de irte?
Yo era una figura absolutamente fuera de serie cuando llegué. Pegaba los avisos con cemento de aero modelismo, todavía. Te lo juro. Me pagaron muy bien, entré como figura. Y me agrandé, me puse a tono con lo que debía estar, era muy jovencito. Pero en España estaban muy atrasados. Entré en agencias de publicidad y yo veía que no había caso... eran los últimos años del franquismo (no tan últimos, tampoco).
¿Y no existían en ese momento estudios como los que hay ahora?
Estaban los «Grafistas FAD» (NR: diseñadores integrados a la asociación Fomento a las Artes Decorativas) que dominaban el cotarro. Muy vetustos, muy antiguos, hacían un tipo de gráfica muy retorcida. Era complejo. Y no había estudios, había muchos dibujantes. La palabra Diseño prácticamente no existía.
¿Cómo fué tu inserción, tu estrategia para insertarte en España?
Llegué con diapositivas de lo que había hecho en Agens, que eran trabajos muy buenos, era muy superior respecto a lo que se hacía en esa época. Entré en una agencia de publicidad y entré como figura, cosa que ni yo me creía del todo... Pero ellos tenían una avidez de cosas nuevas, yo llegaba con cosas nuevas, estuve unos meses y después me puse a trabajar por mi cuenta, puse mi estudio.
¿Sentías mucha diferencia entre lo que hacías y lo que se hacía a tu alrededor?
Yo me daba cuenta de que estaba mucho más avanzado. Y tenía toda la energía de la juventud: 25 años. Fué una época muy interesante.
¿Cómo cambiaron las cosas desde tu llegada?
Radicalmente. En aquella época al dibujante lo alquilaban como un albañil. Era ir y hacer algo, unas pruebas, unos bocetos, y ahí te daban el trabajo. Yo intentaba ir por otro lado, pero no había muchas alternativas... Había muchos dibujantes especialistas, retocadores, letristas, layoutmen, y muy buenos dibujantes de figuras y objetos.
Y ahora ¿cómo es la relación entre las instituciones, el mercado y el diseño en Barcelona?
Recurren al Diseño como un servicio más. Saben que hay especialistas que les pueden resolver los problemas de comunicación con su público. El Diseño es el enlace con el público.
A mediados de los '60, el diseñador era un albañil... ¿qué pasa ahora? ¿qué hace el diseñador?
El mercado ha cambiado, ha impuesto sus necesidades, ha cambiado el volumen de trabajo y el tiempo en que uno debe hacer el trabajo. A partir de 1985 ha cambiado todo con las máquinas, que han acelerado todo. Antes, el proceso era mucho más lento, me acuerdo que tardaba como 3 meses para hacer un trabajo, sea el que sea.
En este momento (NR: 1999) ¿qué rol cumplen los consultores, los agentes de diseño en Barcelona?
Hay muy pocos. El tema no está muy establecido. Yo tuve agente de diseño, fui uno de los primeros que tuvo agente (Paz Marrodán), pero es algo que nunca cuajó, nunca se entendió esta cosa que hay en otros países y, a pesar de todo, hemos hecho trabajos juntos con Norberto (Chaves), que hace de programador y de enlace con el cliente. Pero yo todavía no lo veo claro, no veo que el tema se haya establecido.
Entonces te llaman porque eres conocido, porque tu trabajo trasciende...
Si, por eso me llaman. Yo intento hacerme auto-promoción, intento la picardía de que mis trabajos se conozcan. Alguien dijo hace un tiempo, creo que Ronald Shakespear, que hay que hacer como la gallina: poner un huevo y cacarear. Hay que hacerse un poco de auto-promoción y luego, están los años que hacen que te están oyendo. Yo estoy entre los primeros y cuando se piensa en algo grande sale mi nombre, junto con otros más (unos seis o siete de la ciudad) y elige la gente. Creo que debe ser así.
¿Qué rol tiene el gobierno, los funcionarios?
Hay instituciones que desde hace bastante años promocionan, instan a utilizar el diseño. Ellos ya lo saben. Por eso dan cada año el Premio Nacional de Diseño, que ya está institucionalizado en el país.
¿Y por el lado del gobierno? ¿Qué significaron los Juegos Olímpicos de 1992?
Al diseño le tocó una parte. El alcalde de esa época abogaba porque eso fuera así. Desde el gobierno catalán (ya no sólo desde la Municipalidad) también son conscientes de estos temas y deberían serlo más, uno siempre pide más. La Generalitat de Cataluña dispuso el rediseño del escudo, de todas las piezas institucionales. Y los distintos departamentos del Gobierno usan los servicios de diseñadores internos y externos. El Gobierno tiene un programa de Imagen.
¿Qué opinas de ese Programa de Imagen? ¿Se mantiene vigente?
Tiene cosas estables que están muy bien. El nombre, el símbolo, la papelería con los cientos de dependencias de gobierno están ordenados en los manuales. Lo llevan bastante bien, es bastante ejemplar. Y hay unos apartados de Cultura que están muy bien identificados.
¿Qué conclusiones puedes extraer de tu actividad docente en Eina?
Yo recomiendo fervientemente la docencia a cualquier persona que se inicie en el diseño. En Barcelona, el estado actual de la enseñanza de diseño es un poco caótico, no lo veo claro... Hay diferencias de estilo, pero detrás de la apariencia, detrás de la cáscara de excelencia, no veo claros los contenidos, qué se enseña realmente. No me satisface, no veo que aporten demasiadas cosas nuevas. Creo que están formando más ilustradores y pintores, que diseñadores.
¿Qué sería entonces lo que falta en la enseñanza?
Profundizar y revisar los maestros desde los años 50 y mirar de nuevo las bases de cómo nació el diseño. Para mí habría que volver a repasar el racionalismo. Después, ponerle todos los condimentos modernos que querramos. Ahora tenemos montones de documentación, tenemos la máquina, tenemos mucha experiencia con las escuelas nuevas. Pero creo que lo esencial es profundizar la educación de los programas de intervenciones, el funcionamiento programado del diseño me parece esencial, es lo que noto faltante. La gente trabaja por estímulos emocionales solamente.
Sabiendo que tienes como referencia la escuela suiza ¿qué aprendiste de ellos?
Aprendí a expresar con la tipografía, a racionalizar la información leída, no la iconográfica, sino la leída. Si dijera que soy bueno, me siento como un buen locutor del diseño, porque pongo letras en su debido y correcto funcionamiento para un público determinado. Esa es la parte esencial. Después, los otros condimentos iconográficos que le pones ya son otra cosa, parte de tu talento, de tu capacidad, si te gusta, si no te gusta, si vas por un lado o por el otro, pero sobre todo por la parte tipográfica.
Algunos colegas hablan de un no-estilo en tu trabajo... ¿Te interesa tener un estilo?
No. Quiero tener un estilo cada vez que hago algo. Lo voy cambiando constantemente. Para eso me he formado y para eso cuento lo de las estrategias, para tener catorce, veinte estilos diferentes y poder utilizarlos cuando creo que corresponda: en el momento oportuno del encargo, pero evidentemente tengo que tener un estilo cada vez que hago un trabajo. Lo que pasa es que puestos los trabajos uno al lado del otro parece que no fueran un estilo, que fuera anodino.
Lo que pasa es que en algunos casos se contrata al diseñador por el estilo que tiene...
Eso se llama pastiche: al estilo de Francis Bacon. Si tuviera que dar una clase de estilo, definiría el pastiche como «al estilo de», al estilo de Van Gogh, al estilo de David Carson. Creo que es otra manera de hacer las cosas... Esto me salió al estilo de Müller Brockmann, a ver si puedes imitar a los maestros. Lo mejor es hacerte el estilo tuyo o me parece que si te informas bien, cada trabajo te pide un estilo diferente, el que corresponde.
En tu trabajo los elementos visuales tienen características particulares... ¿Sentís que hay arte en tu diseño?
Yo creo que si hay arte en mi trabajo y en el de cualquiera, lo tiene que decir el espectador, porque es un plus que le das. Yo no siento que sea arte. Es una cosa expresiva que le sale a cada uno.
¿Aprovechas la tecnología en tu trabajo cotidiano?
Absolutamente, todo lo que puedo. Sobre todo, en darle velocidad a cosas que realmente lo requieran. No demorarme. Antes dibujaba más; ahora veo que a través de la tecnología se acelera el proceso de selección y yo puedo programar de una forma muy extrema, tocando cada problema de una manera muy amplia para poder elegir la solución más adecuada. Entre una forma de círculo, otra de huevo, otra de pera y otra de óvalo, antes la tenía que dibujar y era un lío. Ahora la hago en un momento, la veo (que es muy importante) y decido cuál es la mejor. Antes se tardaba mucho. Tenía que hacer un filete y no pensaba que podía ser un poco más ancho, ¡era un trabajo! un filete doble era un trabajo tremendo y uno triple, ni hablar. Ahora, haces diez versiones y eliges el más adecuado.
¿Qué corrientes, qué personalidades de diseño te interesan?
Yo tengo algunas referencias qque me gustan mucho. En alguna época, Tadanori Yokoo, en las últimas no tanto. Siempre miro a Josef Müller Brockmann como si mirara el diccionario. Me gusta mucho Otl Aicher, a veces reviso a Pentagram, me da una visión de excelente factura en toda su carrera y me encanta Paul Rand; me gustaría leer algo de él pero no hay ninguna cosa en castellano. Me gusta Otl Aicher como partida, para salirme de él. Parto de él y luego me desmadro, pero siempre lo tengo como referencia.
¿Cómo funciona tu estudio mientras estás de viaje?
En este momento lo lleva Alberto [Planas] a pulso. Lo hace muy bien y confío en él, en lo que está haciendo. Siempre tiene dudas y trabajamos muy pendientes el uno del otro. Yo no puedo trabajar sin Alberto y el me solicita seguido. Hacemos un gran intercambio, a pesar de que yo no creía en este tipo de cosas. Siempre fui un individualista total, nunca pude trabajar en equipo con nadie, y siempre quise trabajar solo. Pero desde que trabajo con él, el tiempo nos ha ido limando y somos como un matrimonio profesional ideal, no he encontrado algo mejor.
¿Qué proyectos profesionales o no profesionales te interesan hoy?
Para trabajar me interesaría una beca para hacer fotos de gráfica popular, me iría a países como México o demás países de Latinoamérica a buscar gráfica popular y a ordenarla, que es algo que me estimula muchísimo. Para mí es como una especie de placer enorme poder recuperar estas cosas que se van cambiando permanentemente y se pierden. Ordenarlas y darles algún criterio didáctico para que sean útiles y no dejarlas como una simple exposición artística.
¿Ordenarlas de qué manera?
Yo daría clases de cómo ordenar porque es una de las grandes complejidades, pero hay que tener material para ordenarlo luego. Para el libro de Barcelona que estoy haciendo ahora, no tenía ningun plan. Hice las fotos y cuando las tuve, busqué el índice.
© Pablo Cosgaya y suplemento Grandes Líneas.