La simplicidad es la primera característica que se advierte en la estructura de Plasma. En t, f, 4 y G faltan los cortos trazos horizontales que su autor, David Kimura, consideró innecesarios. La síntesis no es obvia, es el resultado de un trabajo minucioso y preciso.
Los encuentros de curvas de 6 y 9 producen contraformas abiertas, del mismo modo que en ƒ, ß, ∏, π, µ, ∑ y £ apreciamos simplificación estructural. La altura de las ascendentes y la de mayúsculas están diferenciadas con claridad y se destaca su gran altura de equis.
El trazo presenta un contraste ligero y un color tipográfico ideal para la composición de textos. En las curvas, las terminaciones sutilmente afinadas y los cortes verticales se repiten sin monotonía.
Además de la variante regular, Plasma cuenta con una variante bold bien diferenciada en el salto de color, una variante de versalitas y números antiguos y se anticipa el próximo desarrollo de la itálica.
La lectura fluye con comodidad aún en cuerpos muy reducidos. Kimura logra que cada letra desaparezca en el texto y a la vez, conserve su identidad. Desde el 2002 esta fuente se utiliza para componer Tiypo, la revista que da cuenta del movimiento tipográfico mexicano. Allí podemos comprobar que, a pesar de su aparente candidez, Plasma no es ninguna inexperta.
La austera elegancia de Plasma representa una de las vertientes del diseño tipográfico mexicano. En esta selección comparte el lugar junto a Unna, de Jorge de Buen y se contrapone a la gestualidad de Comanda y a los expresivos rasgos caligráficos de Fulgora, ambas de Gabriel Martínez Meave.
© Pablo Cosgaya y revista tpG.